De espacios y lugares en arquitectura
Of spaces and places inarchitecture
Miguel del Rey

 

Cuando nos adentramos en los dibujos para las casas de recreo en Alcudia de A. de la Sota, encontramos una serie de componentes que nos atan a un sitio concreto, en particular a un sitio marítimo, acotado y donde hay una cierta dosis biográfica y se traduce el ambiente de una vida relajada. Tienen esos dibujos una dosis de enraizamiento, pero también de transformación y en parte de concreción de una idea, que inciden en todo aquello que a lo largo de la historia nos ha ido acercando a la idea de lugar dentro de una continuidad de pensamiento que desde la Ilustración va tomando cuerpo y que a mitad del S. XX se vincula a la filosofía y a la arquitectura de las 3ª y 4ª generaciones de la modernidad.

La arquitectura que nos muestra de la Sota en sus dibujos parece que esta casi oculta, evitando el primer plano del objetivo, como comenta J. Navarro, (1) y en cambio se implica en un todo con una serie de objetos, de cosas, que nos hablan del mar, de barcos, de terrazas, de toldos, de gafas de sol, de calor, de agua, de piscinas, de coches deportivos, todo ello en un conjunto dibujado con trazo limpio y donde existe un cierto pintoresquismo donde la arquitectura sirve de contrapunto. La naturaleza se ha transformado en paisaje, ha tomado un compromiso cultural, se ha convertido en un lugar de una isla, donde se dan cita una serie de cuestiones fenomenológicas que son deseadas para una estancia de vacaciones, y en la que aparecen los signos tópicos y propios de una cultura de ocio actual. El espacio no es finito, se acota, podemos ver el horizonte, pero él está fuera de nuestro lugar limitado y concreto. Tenemos las condiciones básicas del lugar: concreción, carga simbólica, cuestiones fenomenológicas propias, capacidad de relaciones espaciales entre las cosas y entre ellas y nosotros.

Posiblemente para las culturas indígenas anteriores o coetáneas a la helenización de la isla de Sicilia, el entorno donde se asienta al Templo de Segesta podría ser considerado un lugar, al entenderse como un territorio culturalmente colonizado y cargado de significados apoyados en la propia orografía, en los sucesos existenciales de un pueblo que posiblemente ritualizó recorridos o migraciones, como comenta A. Papoport (2), que ocurre en las culturas prehistóricas; pero, la construcción del templo estabiliza y concreta la definición del lugar.

La loma y el propio territorio se sustantivan al ubicarse sobre ella el templo, una estructura limpia que muestra orgullosa la autonomía de su forma, pues no pretende ninguna mimesis, sino todo lo contrario, mostrar toda la capacidad positiva de su forma sobre un paisaje de colinas y de valles a los pies de una gran monte. Sustantivar la colina y ubicar el templo, en la aproximación feliz que propone Alberti con la collocatio de la arquitectura, es la operación de transformación de la naturaleza necesaria para concretar un lugar y definir un paisaje. Allí es donde incide el carácter fuerte e insistente de un templo dórico sin cella, no adscrito a ninguna divinidad parece ser en origen, y concebido para ritualizar un lugar; un templo que se torna necesario para concretar el paisaje.

El concepto de lugar incide sobre la arquitectura, y esta incidencia refleja aquellos procesos de equilibrio precario que existen entre naturaleza y cultura a lo largo del tiempo, tal como entiende W. Benjamin (3). El lugar como concepto y sus cualidades se complementa con el concepto de espacio. Lo concreto y lo abstracto aparecen en la propia génesis de la arquitectura.

Cuando atravesamos la puerta del Panteón en Roma nos encontramos sumidos en un espacio que participa de la abstracción, que intenta transplantarnos al mundo de las ideas y si tenemos la suerte de estar solos, nos olvidamos de las calles laterales, no tenemos relación con la propia situación de la plaza cuando el haz de luz invade el espacio y deja en contraluz el intradós de la cúpula y el arranque de los muros, solo hay luz y espacio atravesado, nuestro centro es la inmaterialidad del foco lumínico. Nos hemos introducido en un cosmos, en una atmósfera isomorfa, donde la escala de las cosas es relativa y la única libertad perceptiva es la determinada por las variaciones de la luz en el tiempo. Estamos, tal como dice J. M. Montaner (4), en un espacio lógico, matemático, científico, en una construcción mental.

En Berlín, Mies construye un espacio definido por su condición horizontal, donde la lógica se ajusta a sí mismo, a sus dimensiones. Una vez subes al podio, se define un plano abstracto, limpio, artificial, entras en el juego espacial de la Nueva Galería Nacional de una Alemania destrozada por la guerra. Un podio construido cerca del límite que separaba ambos zonas de la ciudad, un área devastada y sin referencias donde se depositan símbolos para ser vistos desde perspectivas muy distintas: desde la modernidad de una sociedad occidental, desde el otro lado del muro, dos visiones muy distintas. La fuga visual a través de las láminas de cristal en esa planta libre, pretende tanto abarcar el paisaje, como expresar la capacidad gravitatoria de la perfecta cubierta que limita el espacio. El pilar toma el valor de lo estable, la materialización del apoyo conceptual, del equilibrio gravitatorio que se contrapone a la diafanidad y complementa la idea de arquitectura. Es la plenitud del espacio cartesiano.

Nuevas sensibilidades afloran en una concepción que pone en crisis lo que S. Pennella (5) llama el humanismo cartesiano. El abandono del plano como referencia básica en la topografía de la arquitectura contemporánea y el centrarse "sobre los pliegues del espacio moderno", como nos dice F. Soriano (6), para conseguir separarse de la continuidad monodireccional alterando de esta manera el espacio para acercarse a un volumen más complejo y ajeno a los ejes cartesianos, como nos muestran los planos de Zaera en Yokohama, las superficies laminares y onduladas de Soriano en su proyecto para la Fabrica El Aguila, o los planos alabeados y los pliegues de de Maas, van Rijs y de Vries, en los estudios de Hilversum para la VPRO.

Másico y ligero, compacto y vacío, estático y dinámico, son maneras distintas de aproximarse a la idea de espacio en arquitectura; entendido el espacio como la materialización de una idea abstracta y genérica, próxima a la idea platónica de espacio. Los lugares de Alcudia o Segesta se entienden con atributos contrarios, se basan en las cualidades de las cosas, del mar, del tiempo libre, de la sustantivación de una colina en un paisaje creado por el propio acto de ubicar el templo en la naturaleza. El lugar se entiende como aquello que fluye en una atmósfera y que se materializa en relaciones concretas entre las cosas, entre los accidentes geográficos, entre el hombre y la naturaleza. Por eso los lugares son llanos, inclinados, húmedos, secos, calurosos, grandes, pequeños, atravesados o no por líneas naturales, artificiales, por tensiones. En este sentido para J. Navarro (7), la arquitectura se genera a partir de esos vínculos conceptuales o fenomenológicos que "recorren líneas que atraviesan y horadan las producciones materiales hasta involucrarnos"

El equilibrio oscilante entre naturaleza y cultura, la aproximación a la idea de lugar y el concepto del espacio, nos acercan a la problemática donde se mueve la cultura arquitectónica del S. XX, con sus paradigmas espaciales, con su caracterización apoyada en el lugar. Situando el acento en la búsqueda de un espacio abstracto e ideal, o en todo lo contrario, refugiándose en un cierto organicismo. Ambas arquitecturas han tenido una debilidad en la afirmación de la forma, como indica I. Sola-Morales (8), la primera justificándola desde el funcionalismo, la segunda huyendo de un agotamiento expresivo y buscando el carácter en lo vernáculo, en lo físico, o en la historia. Un carácter que ha sido reclamado desde Diderot reivindicando la capacidad de "ideas accesorias que se despiertan por el lugar" y que en los años centrales del siglo complementan los nuevos recursos expresivos que vienen de lo étnico, con las experiencias que aportan las artes plásticas, provocando un valor a lo expresivo que sobrepasa cualquier otro discurso.

Espacio y lugar son los escenarios mentales o físicos, donde se desarrolla una aventura arquitectónica que en cualquier caso intenta no ser estilística y donde la arquitectura se entiende en cualquier caso como particular, bien por su programa, o por el carácter que le imprime el lugar.

En la cultura europea Asplund nos acerca al bosque mítico, donde nos sitúa su Capilla, donde se acercan sus casas, y desde allí nos aproxima a los mitos profundos y nos relaciona con la tradición romántica, con la visiones terapéuticas de la naturaleza que proporcionaba C. G. Carus en sus escritos sobre pintura, con la tradición de las siedlungen alemanas integradas en el paisaje. La modernidad alcanza unas cotas inusitadas en su aproximación escandinava al lugar con A. Aalto, pero será una aproximación personal, casi intransferible que se gesta a partir de la idea de lugar formada en la mente del arquitecto, no tanto en la realidad del propio lugar, relación creada por una aproximación poética y fenomenológica. De ahí la imposibilidad de generar escuelas, dogmas, métodos, y como dijo R. Moneo (9) en su artículo " Rey muerto sin rey puesto" coincidente con la muerte del maestro.

El organicismo de F. LL. Wright nos ofrece un punto de partida fructífero para la arquitectura al intervenir sobre una naturaleza artificial, en ese territorio creado por los colonos norteamericanos. Construye en un lugar sin contradicciones y sobre un paisaje creado por la agronomía y la máquina. Incluso en su casa de la cascada aparece una arquitectura clara, rotunda, próxima a la afirmación tecnológica. La tradición norteamericana se aproxima desde facetas distintas a la idea de lugar pero en cualquier caso está presente la idea de colonizar, de crear nuevas colonias que a pesar de la proximidad con la tierra, con lo natural, presentan una cierta contraposición entre arquitectura y naturaleza. Esa contraposición que encontramos en las casas californianas de los años 50 de una sociedad que intenta una renovación tras la segunda gran guerra y que a la vez se consideran que viven en un límite, en el extremo oeste, en la nueva frontera hecha realidad, que no quieren mirar en exceso hacia un pasado hispano, ni hacia la europeizada costa este, mirando más quizás hacia el Pacífico, hacia los espacios que ya Wright había experimentado. Así, encontramos patios y casas como la Steel de Q. Jones que retoman desde la cultura de la máquina la sensibilidad de la poesía americana que busca en la naturaleza, o en sus microcosmos, una belleza capaz de ser disfrutada íntimamente. Planos horizontales, espacio que fluye no solo en planta, sino ya en todas las dimensiones, naturaleza englobada dentro del espacio de la casa, patios de gusto oriental, materiales livianos, dejados caer, depositados, sobre una naturaleza inmensa.

La arquitectura californiana no es ajena a la tradición europea, pero marca sus diferencias, incluso con arquitectos como R. Neutra que tras su inmersión en la cultura americana define sus casas dentro de esta aproximación a la naturaleza. Sus casas acercan a la tierra, mantienen una presencia positiva de la forma de la casa, y en sus espacios interiores encontramos una caracterización singular, son casas con biografía, con fotos personales, recuerdos de viajes, anécdotas como aquella felicitación donde aparecen las imágenes del matrimonio Eames en una bola de cristal nevando que mandan la pareja a sus amigos unas navidades. Casas como la Kaufmann de R. Neutra en el desierto, donde las luces interiores de las estancias fotografiadas desde el exterior nos muestran la existencia de una vida que se complementa con la figura de una mujer sobre la piscina, en una noche americana sobre el desierto imponente.

La consolidación de la idea de lugar como transformación, enlazando de alguna manera con una cierta visión clásica, se consolida a partir de la conocida metáfora del puente de M. Heidegger: "El lugar no existía antes de la construcción del puente..., se origina a partir del puente" marca decididamente el concepto de lugar (10).

La frase de A. Siza "los arquitectos no inventan nada, solo transforman la realidad", nos sitúa en las coordenadas de la construcción de un lugar, ese lugar que existe en la mente del arquitecto y se genera de la aprensión de imágenes y sensaciones, de voluntades, de historia, de capacidad plástica de lo existente. Como comenta K. Frampton (11), en ese transformar, cualquier construcción está "topográfica y temporalmente predeterminada", por lo que lo único que podemos hacer es "modificar la esencia de un momento suspendido entre un instante histórico y el siguiente". La idea de transformación está muy presente en la cultura contemporánea, donde el lugar adquiere la condición de motor, de generador de flujos, en una espera que como dice E. Chillida "el lugar esta esperando a ser modificado"

La arquitectura y el lugar se configuran como conceptos interrelacionados en la cultura del último medio siglo, aunque podemos encontrar dos niveles distintos de relación, uno a pequeña escala, en el que el lugar aparece como cualidad del espacio interior, con un especial cuidado en la definición de la forma, su materialización, sus texturas, la introducción de la luz, del color, de objetos que dan vida y valor biográfico al espacio. Y otro a gran escala, cuando el lugar se entiende como implantación, como vinculación entre las partes, entre piezas urbanas, territoriales.

Cuando el matrimonio Smithson llegan a Inglaterra y comentan su viaje a los Estados Unidos, además de aquella famosa frase de una casa y unas cuantas sillas, hablan sobre las "cosas bonitas" que contenía la casa de los Eames, dicen que incluso la frase la decían en castellano; y es que la casa de Ray y Charles Eames en Santa Mónica, era un lugar con una fuerte carga autobiográfica, era la casa donde habitaban ellos y sus recuerdos, sus fotografías personales, de viajes, sus prototipos de diseño, los objetos de artesanía comprados en sus viajes a Méjico. La casa se convierte así en un lugar existencial, concreto, empírico, definido por unas personas y unas circunstancias, es un lugar en el sentido aristotélico de que "todo cuerpo sensible esta en un lugar" (12). Estamos lejos de las fotografías que presenta Le Corbusier para sus casas, donde no hay una biografía apoyada por objetos personales, son espacios vacíos, porque lo que se pretende es mostrar el espacio, no tanto el lugar.

Un pequeño ejemplo de vinculación entre partes, entre lo nuevo y lo existente, en una aproximación a otra escala del lugar, nos lo proporciona el pequeño pabellón que unos años más tarde se construyen los Smithson en Fonthill. El muro y el suelo existentes, entran y salen del espacio del pabellón, de manera que su circunstancia, su existencia, marca la arquitectura. Aparece así un lugar concreto compuesto por una serie de elementos nuevos, otros preexistentes, más los espacios de relación entre ambos, con relaciones mutantes entre interior y exterior, y con una actitud ausente de prejuicios en la relación entre lo nuevo y lo viejo.

S. Holl nos dice que "del mismo modo que los relatos mítico -poéticos, los edificios establecen relaciones con la historia, el entorno, la cultura y las pasiones" (13) , y nos propone un diálogo formal y estructurante entre territorios heterogéneos. Su arquitectura define puntos de sutura y crea unos centros de tensión llenos de vida y de intercambio, pero esa arquitectura que tiene la vocación de unir y vincular las cosas, los objetos, los territorios rurales y los urbanos y de convertirlos en lugares, llenarlos de significado, la considera libre de tomar referencias diversas, incluso comenta que por primera vez "los arquitectos podemos asumir referencias, expresiones e ideas que parecían ajenas a la arquitectura" (14).

La idea de lugar, en nuestro momento cultural, cada vez se aproxima más a la de núcleos, de focos, de concentraciones de tensión, tomando la forma un valor positivo, autónomo, con presencia definida en el paisaje, y definiéndose la arquitectura como un forma autónoma que se inserta en la naturaleza junto a otros muchos objetos y cosas.

El espacio, a su vez, asume las condiciones que ofrece toda una concepción de la apreciación de la forma que considera la movilidad, que no es sólo el espacio dinámico del Guggemheim neoyorquino, o el que presenta Guillermo Vázquez Consuegra para el museo de la Ilustración aquí en Valencia, sino los procesos de aproximación, la percepción fragmentada y sucesiva, como la percepción real, junto a todas aquellas potencias organolépticas que nos pueda ofrecer el cuerpo, apareciendo una arquitectura donde la provisional es ya en sí un valor y donde el movimiento es una alternativa a la tradicional estaticidad de la arquitectura.

Nuestra cultura se inserta en una posición que implica una situación de crisis con la naturaleza, crisis que pasa por estadios muy distintos, en los cuales la aparición de conceptos como lugar o no lugar, lleva implícita la necesidad de entender el concepto y la relación entre arquitectura y territorio. Las posturas críticas frente a las conexiones entre la arquitectura y el paisaje, se sitúan dentro de ese "equilibrio precario entre naturaleza y cultura dentro del cual hay que colocar siempre la obra de arte en general", como comenta W. Benjamin (15) 15 W. Benjamin. Discursos Interrumpidos. Madrid 1973 . Con ello, entendemos la aparición de extremos en nuestra cultura, de situaciones que van desde el organicismo-panteísta, hasta el opuesto contemporáneo del agnosticismo-desarraigado, que nos comenta I. Sola-Morales. Facetas todas ellas de la ausencia de una relación feliz entre arquitectura y naturaleza.

Los no lugares se han convertido en espacios muy comunes en la experiencia cotidiana, y la cultura arquitectónica hace frente a la existencia de definiciones que transforman la relación del concepto de lugar basado en la tradición etnológica y localizada en el tiempo y en el espacio. De esta manera, Ren Koolhaas nos habla de "amalgamas de flujos y caos urbano", Ignaci Sola se centra en "arquitecturas basadas en transformaciones", y aparecen en ellos conceptos muy distintos a los permanencia y lugar, cultura y lugar, etc.

Nuestra cultura ofrece la existencia de no lugares, de no paisajes, dentro de alternativas de "desterritorialización", como comenta G. Deleuze, apareciendo en nuestro paisaje cotidiano arquitecturas inesperadas, sorprendentes, ajenas al lugar, como esos espacios de la sobremodernidad, que comenta H. Ibelings (16), los espacios del transporte, del consumo, del ocio, donde el anonimato, la amnesia y en algunos casos las experiencias próximas a los efectos narcotizantes, adquieren carta de naturaleza. Los espacios mediáticos son otras de las experiencias que se nos ofrecen, espacios en los cuales no es importante el aspecto físico, sino que lo que interesa es aquella neutralidad que sea capaz de configurar interiores modificables, transformables, generados en torno a focos de luz o a sistemas de objetos intercambiables. Y también, a los espacios virtuales, los espacios irreales de creación absoluta de la mente, espacios propios de una civilización cibernética que propone incluso una colonización podríamos decir planetaria, basada en la existencia de estructuras aisladas, de baja densidad, espacios que están marcando fuertemente las relaciones personales y por supuesto el territorio en las sociedades de fuerte implantación de la cultura cibernética. Colonización territorial muy distinta a las tradicionales estructuras urbanas densas y ricas soportadas tradicionalmente en la comunicación física.

As we look closer at the drawings for A. de la Sota’s recreational homes in Alcudia, we find a series of constituents that tie us to a particular place, specifically an enclosed, marine place, which has a certain degree of biography and breathes the atmosphere of an unhurried life. These drawings have a degree of rootedness but also of transformation and, in part, of giving form to an idea, all of which have a bearing on everything which has brought us closer to an idea of place throughout history, within a continuous line of thought that began to take shape during the Age of Enlightenment and which, in the mid 20th century, was linked to the philosophy and architecture of the 3rd. and 4th. generations of Modernism.

The architecture that de la Sota shows us in his drawings appears to be almost hidden, avoiding close-ups, as J. Navarro (1) comments, and yet it is implied in the whole, with a series of objects, of things, that speak to us of the sea, of boats, of terraces, of awnings, of sunglasses, of heat, of water, of swimming pools, of sports cars, all together, drawn with a clean line, in an ensemble that has a certain picturesque quality to which the architecture serves as a counterpoint. Nature has become landscape, has become culturally committed, has become a place on an island where a series of phenomenological matters which are desirable in a holiday abode have arranged to meet and the clichéd signs that belong to a present-day leisure culture make their appearance. Space is not finite, it is enclosed. We can see the horizon but it is not part of our limited, concrete place. We have the basic conditions of the place, concretion, symbolic baggage, specific phenomenological matters, capacity for spatial relations between things and between them and us.

For the indigenous cultures prior to or simultaneous with the Hellenisation of the island of Sicily, the surroundings in which Segest temple sits could well have been considered a place, in that they could be understood as a culturally colonised territory that was loaded with meanings based on the form of the land itself and on the existential events of a people that may have ritualised itineraries or migrations in the way that prehistoric cultures did, as A. Papoport (2) comments. However, the building of the temple stabilised the definition of the place and made it specific.

The hilltop and the land itself were substantivised when the temple was placed on them. This clean-cut structure proudly shows the autonomy of its form. It has no pretence to mimesis, on the contrary, it shows all the positive power of its form against a landscape of hills and valleys at the foot of a great mountain. To substantivise the hill and site the temple in that felicitous approximation that Alberti proposes for the collocatio of architecture is the nature-transforming operation that is necessary for a place to become concrete and a landscape to be defined. It is there that the strong, insistent nature of a Doric temple with no cella is brought to bear. Not being ascribed to any deity, it appears to be ‘at origin’ and intended to ritualise a place: a temple that has become necessary to concretise the landscape.

The concept of place has its bearing on architecture and this bearing reflects the processes of that precarious balance between nature and culture that has existed throughout time, as W. Benjamin (3) understands. The place as a concept and its qualities are complemented by the concept of space. Concrete and abstract are present at the very genesis of architecture.

As we enter the Pantheon in Rome, we find ourselves submerged in a space that has a certain abstract quality, that attempts to transpose us into the world of ideas. If we are so lucky as to be on our own, when the ray of light invades the space and the intrados of the dome and the springing of the walls are seen against the light we forget the side streets, we are unrelated to the location of the square. There is only light and the space that is crossed, our centre is the immateriality of the beam of light. We have entered a cosmos, an isomorphic atmosphere, where the scale of things is relative and the only freedom of perception is that which is determined by the variations of light over time. As J.M. Montaner (4) says, we are in a logical, mathematical, scientific space, in a mental construction.

In Berlin, Mies built a space that is defined by its horizontal condition, where the logic adjusts to itself, to its dimensions. Once you have climbed onto the podium, a clean, artificial, abstract plane is defined as you enter into the spatial play of the New National Gallery of a Germany destroyed by the war. The podium was built close to the line that separated the two zones of the city, a devastated area with no reference points where symbols were deposited in order to be seen from very different perspectives: from the modernism of a western society and from the other side of the wall, two very different views. The visual escape through the sheet glass of this clear span was intended both to encompass the landscape and to express the gravitational capacity of the perfect roof that limits the space. The pillar takes on the value of stability, it is a materialisation of the conceptual support, of the gravitational balance that provides the counterpoint to the diaphanousness and complements the idea of architecture. This is the plenitude of Cartesian space.

New sensitivities surface in a conception that shakes what S. Pennella (5) calls Cartesian humanism to the core. The plane is abandoned as the basic reference in the topography of contemporary architecture, which centres "on the folds of modern space", as F. Soriano (6) has it, drawing apart from mono-directional continuity and thus altering space and approaching a more complex volume, further from the Cartesian principles, as we can see in Zaera’s Yokohama planes, the laminated and corrugated surfaces of Soriano in his project for the El Aguila Factory or the warped planes and the folds of de Maas, van Rijs and de Vries for VPRO’s Hilversum studios.

Massive and light, compact and empty, static and dynamic are different ways of approaching the idea of space in architecture, of understanding space as the materialisation of an abstract, generic idea, closer to the Platonic idea of space. The places at Alcudia or Segesta are understood through opposite attributes but both are based on the qualities of things, on the sea, on free time, on substantivising a hill in a landscape created by the very act of setting down a temple in a natural setting. Space is understood as that which flows in an atmosphere and materialises in concrete relations between things, between features of the terrain, between man and nature. For this reason, places are flat, sloping, damp, dry, hot, large, small, crossed or not crossed by natural or artificial lines, tensions and stresses. In this sense, J. Navarro (7) considers that architecture is generated out of these conceptual or phenomenological links that "travel along lines which traverse and pierce material productions until we become involved".

The fluctuating balance between nature and culture and the approach to the idea of place and the concept of space bring us closer to the problems among which architectural culture of the 20th century moves, with its spatial paradigms and its characterisation based on place, placing the accent on the search for an abstract or ideal space or, quite the opposite, taking refuge in a certain organicism. Both architectures have shown a weakness in the affirmation of form, as I. Sola-Morales (8) mentions. The one justifies this through functionalism, the other as a flight from expressive exhaustion, seeking character in the vernacular, in physical aspects or in history. Character has been sought-after ever since Diderot defended the power of "accessory ideas that are aroused by the place". Around the middle of our century, these brought in the experiences contributed by the plastic arts to complement the new expressive resources drawn from ethnic sources, attaching far greater value to expressiveness than to any other discourse.

Space and place are the mental or physical stages, on which an architectural adventure unfolds. At all events, it attempts not to be stylistics; at all events, it sees architecture as something personal, whether because of the brief or because of the character that the place imposes on it.

In European culture, Asplund takes us to the mystic wood where he places his Chapel, to which his houses draw close. From there, he takes us to the profound myths and puts us in touch with the Romantic tradition, the therapeutic visions of nature in C.G. Carus’s writings on painting and the tradition of the German siedlungen, integrated into the landscape. In the Scandinavian approach to place, modernism reached unusual heights with A. Aalto, but this was a personal approach, almost untransferable, which developed out of the idea of place formed in the architect’s mind rather than the reality of the place itself, as the relation was created by a poetic and phenomenological approach. Hence the impossibility of generating schools, dogmas, methods and, as R. Moneo (9) said in his article, at the time of the master’s death, "Rey muerto sin rey puesto" [The King is dead and none to take his place].

Frank Lloyd Wright’s Organic Architecture is a fruitful starting point for architecture, as it acts on a natural world that is artificial, on a territory created by the North American colonists. It constructs in a place without contradictions on top of a landscape created by farming and machinery. Even in Falling Water the architecture is clear, rotund, close to technological affirmation. The North American tradition approaches the idea of place from different angles but what is always present is the idea of colonising, of creating new colonies which, despite their closeness to the earth and nature, present a certain contrast between architecture and nature. We find this contrast in the Californian houses of the 50s, in a society that is attempting to renew itself after the Second World War and at the same time believes itself to be living on an edge, in the far west, on the new frontier that has become a reality. It does not want to look too hard to a Hispanic past nor to the Europeanised East Coast but rather, perhaps, to the Pacific, to the spaces with which Wright had already experimented. As a result, we find patios and houses, like Q. Jones’s Steel House, which, out of a machine-style culture, return to the sensitivity of that American poetry that sought in nature, or in its microcosm, a beauty that could be enjoyed intimately. Horizontal planes, space that flows not only horizontally but in every dimension, nature encompassed within the space of the house, patios in the oriental manner, light materials that have been let fall, set down, in the immensity of nature.

Californian architecture is not alien to the European tradition but it does underline its differences, even in architects like R. Neutra who, following his immersion in American culture, defines his houses within this closeness to nature. His houses bring the earth closer. They maintain a positive presence in the form of the house and we find a unique characterisation in his interior spaces. They are houses with biography, with personal photos, souvenirs of journeys, anecdotes like the card the Eames sent to their friends one Christmas with pictures of the two of them in a snowflake ball. Houses like R. Neutra’s Kaufmann house in the desert, where the lights inside the rooms, photographed from the exterior, show us the existence of a life, complemented by the figure of a woman over the swimming pool, in an American night over the grandiose desert.

The consolidation of the idea of place as a transformation, linked in a way to a certain classic vision, was shaped by Heidegger’s well-known metaphor of the bridge: "The place did not exist before the bridge was built.... it arose out of the bridge", which set its decisive mark on the concept of place (10).

A. Siza’s dictum that "architects do not invent anything, they only transform reality" directs us to the coordinates of the construction of a place, of that place that exists in the mind of the architect and is generated out of the seizure of images and sensations, of wills, of history, of the plastic possibilities of what exists. As K. Frampton (11) comments, in this transforming any construction is "topographically and temporally predetermined", so all we can do is to "modify the essence of a moment that is suspended between one instant in history and the next". The idea of transformation is very much present in contemporary culture, where place acquires the condition of a motor, a generator of flows, during a wait in which, as E. Chillida says, "the place is waiting to be modified".

Architecture and place are conceived as inter-related concepts in the culture of the last half-century, although we find two different levels of relationship. One of these is on a small scale: the place appears as a quality of the interior space, with particular attention to defining the form, its materialisation, its textures, to the introduction of light, of colour, of objects that give the space life and biographical value. The other is on a large scale: the place is understood as an implant, as the link between the parts, between urban and territorial units.

When the Smithsons returned to England and commented on their journey to the United States, as well as the famous phrase about a house and a few chairs they also talked about the "cosas bonitas" ("the nice things", but it is said that they said it in Spanish) in the Eames’ house. The fact is that Ray and Charles Eames’ house in Santa Monica was a place with a strong autobiographical feel. It was the house where they lived with their memories, their personal photographs, pictures from their travels, their design prototypes, the craft objects they had bought on their trips to Mexico. This made the house a concrete, empirical, existential place, defined by particular persons and circumstances, a place in the Aristotelian sense that "all sensible bodies are in a place" (12). This is a long way from the photographs Le Corbusier presented of his houses, where there is no biography backed up by personal objects, only empty spaces, because what he aimed to show was the space rather than the place.

A small example of links between parts, between the existing and the new, in an approach to a different scale of place, can be seen in the small pavilion the Smithsons built themselves some years later at Fonthill. The existing wall and floor enter and leave the space of the pavilion in such a way that their circumstance, their existence, mark the architecture. In this way, a specific place appears, made up of a series of new elements, other pre-existing ones, and the spaces that relate the two, with changing relations between the interior and the exterior and an attitude that has no prejudices about the relationship between the old and the new.

S. Holl says that "in the same way as mythical/poetic stories, buildings establish relations with history, their surroundings, culture and passions" (13) and proposes a formal, structuring dialogue between heterogeneous territories. His architecture defines seam points and creates centres of tension that are full of life and interchange, but he considers that this architecture, with its vocation to unite and link things, objects and rural and urban territories and turn them into places, to fill them with significance, is free to draw on different references. He even comments that for the first time "we architects can assume references, expressions and ideas that seem to be alien to architecture" (14).

The idea of place, at our moment of culture, is increasingly approaching that of nuclei, of focal points, of concentrations of tension, while form is taking on a positive, autonomous value, with a defined presence in the landscape, and architecture is defining itself as an autonomous form that is inserted in nature together with many other objects and things.

Space, in turn, assumes the conditions that are offered by an entire concept of the appreciation of form which takes mobility into account. It is not only the dynamic space of the New York Guggenheim or of Guillermo Vázquez Consuegra’s Museum of the Enlightenment here in Valencia, but rather the approach processes, the successive fragmented perception, like real perception, together with all the sensory potential the body has to offer. An architecture in which provisionality is a value in itself and movement is an alternative to the traditional static quality of architecture makes its appearance.

Our culture is slotted into a position that implies a crisis with nature, a crisis that passes through very diverse stages and in which the appearance of concepts such as place or non-place implies the need to understand the concept and the relationship between architecture and territory. The critical stances concerning the connections between architecture and landscape lie within the "precarious balance between nature and culture within which the work of art in general must always be placed", as W. Benjamin comments (15). This enables us to understand the appearance of extremes in our culture, of situations that range from organicism/pantheism to the contemporary opposite extreme of agnosticism/rootlessness on which I. Sola-Morales comments. They are all different aspects of the absence of a happy relationship between architecture and nature.

Non-places have become very common spaces in daily life and architectural culture confronts the existence of definitions that transform the relations of a concept of place that is based on the ethnological tradition and localised in time and space. In this way, Ren Koolhaas speaks of "amalgams of fluxes and urban chaos", Ignaci Sola centres on "architectures based on transformations" and concepts that are very different from those of permanence and place, culture and place etc. appear in both authors.

Our culture offers the existence of non-places and non-landscapes within "deterritorialisation" alternatives, as G. Deleuze comments. In our daily landscape, unexpected architectures appear, surprising, alien to the place, like the supermodernist spaces on which H. Ibelings (16) comments: spaces of transport, of consumption, of leisure, where anonymity, amnesia and, in some cases, experiences that border on the effects of narcotics become naturalised. Mediatic spaces are among the other experiences we are offered, spaces where the physical look is not important, what matters is the neutrality that is capable of shaping modifiable, transformable interiors, generated around focal light sources or systems of interchangeable objects. As are virtual spaces, the unreal spaces that are created entirely in the mind, the spaces that belong to a cybernetic civilisation which even proposes what we might term a planetary colonisation based on the existence of isolated structures, of low density, spaces that are leaving a strong imprint on personal relations and, of course, on the territory, in those societies where the cybernetic culture is strongly entrenched. This type of territorial colonisation is very different from the tradition of rich, dense urban structures that traditionally rely on physical communication.

 


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A. de la Sota. Dibujos de la Urbanización en Alcudia. Mallorca / A. de la Sota. Drawings of the development in Alcudia. Mallorca

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Templo de Segesta y Paisaje Circundante. Sicilia / Segesta temple and surrounding landscape, Sicily.

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Panteón. Roma / The Pantheon, Rome

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Mies Van Der Rohe. Nueva Galería Nacional. Berlín / Mies Van Der Rohe. New National Gallery, Berlin

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R. Koolhaas. Maquetas para el Concurso de las Librerías Jussien. París / R. Koolhaas. Models for the Jussien bookshop competition, Paris

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F. Soriano. Maquetas para el Concurso de Rehabilitación de la Antigua Fábrica "El Águila". Madrid / F. Soriano. Models for the old El Aguila factory rehabilitation competition, Madrid.

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El viajero contemplando la niebla. K.D. Friedrich / The traveller contemplating the fog. K.D. Friedrich

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G. Asplund La Capilla del Bosque. Guache. 1918 / G. Asplund Woodland Chapel. Gouache. 1918

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G. Asplund. Casa de campo en Stnaäs / G. Asplund. Country house in Stnaäs.

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F. L. Wright. Casa de la Cascada / F. L. Wright. Falling Water House

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F. L. Wright. Casa Robie / F. L. Wright. Robie House

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Q. Jones. Casa Steel. California / Q. Jones. Steel House, California

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R. Neutra. Casa Kaufmann / R. Neutra. Kaufmann House

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P. Koenig. Casa Estudio nº 21. Los Ángeles / P. Koenig. Case Study House no. 21, Los Angeles

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A. Siza. Dirección de la obra de restauración del Portal de Riquex. Alcoy / A. Siza. Directing restoration work on the Portal de Riquex gate, Alcoy

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R. & C. Eames. Interior de la Casa Eames en Santa Mónica / R. & C. Eames. Interior of the Eames House, Santa Monica

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Saludo de los Eames en Navidad en torno a los años 50 / Eames Christmas card, from about the 50s.

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A. & P. Smithson. Imagen y planta del Pabellón en Fonthill / A. & P. Smithson. View and floor plan of Fonthill pavilion

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S. Holl. Edificio Híbrido en Amsterdam / S. Holl. Hybrid Building, Amsterdam

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S. Holl. Colonizaciones, Dallas / S. Holl. Colonisations. Dallas

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S. Holl. Estructuras espaciales en Phoenix / S. Holl. Spatial retaining bars, Phoenix

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Fuller & Eames. Helicóptero con cúpula geodésica de aluminio / Fuller & Eames. Helicopter with aluminium geodesic dome

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Del Rey & Magro. Maqueta para el Concurso del C.C.U.P.V. Valencia / Del Rey & Magro. Model for the CCUPV competition, Valencia

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Vistas de la arquitectura del ala de un Boeing 747 en pleno vuelo / Views of the architecture of a Boeing 747 wing in flight

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Interior del Aeropuerto O' Hara de Chicago / Interior of O’Hara Airport, Chicago

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C. Eames. Sistemas de sillas / C. Eames. Chair systems

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P. Eisenman Casa Virtual. 1997 / P. Eisenman.The Virtual House, 1997.

 

1.- J. Navarro , "Construir, Habitar. Los dibujos de Alejandro de la Sota para la urbanización de Alcudia" en "La habitación Vacante", Gerona, 1999
2.- A. Rapoport sobre las costumbres de los aborígenes australianos y su experiencia con el lugar en "Australians aborigenes and the Definitión of Place", Los Angeles, 1972
3.- J. Muntañola indica: "el equilibrio siempre precario entre naturaleza y cultura dentro del cual hay que colocar siempre la obra de arte en general", citando a W. Benjamin en "Ensayo sobre la naturaleza social del lugar", Barcelona 1979.
4.- J. M. Montaner "espacio y antiespacio, lugar y no lugar en la arquitectura moderna", en el libro "La modernidad superada", Barcelona, 1997
5.- S. Pennella, " Topografía de las hipersuperficies", Fisuras nº 3, Madrid, 1995
6 .- F. Soriano, " Planta fluctuante" Fisuras nº 3, Madrid 1995
7.- J. Navarro, "Geometrías complementarias", en " La habitación Vacante", Gerona, 1999
8.- I. Sola.Morales, "Topografía de la arquitectura contemporánea", Barcelona, 1995
9.- R. Moneo, "Rey muerto sin rey puesto" Arquitecturas Bis, 13, Barcelona 1976
10.- M. Heidegger, "Construir, habitar, pensar", 1951
11.- K. Frampton, Introducción al libro "Alvaro Siza, Profesión poética" , Barcelona 1988
12 .- J. M. Montaner Op. Cit , Barcelona 1977.
13.- Steven Holl, "Entrelazamientos" , Barcelona 1997
14 .- Steven Holl, El País 18-09-99
15 .- W. Benjamin. Discursos Interrumpidos. Madrid 1973
16.- H. Ibelings. "Supermodernismo". Arquitectura en la era de la globalización. Barcelona 1998

 

[Note: all quotations in the text are translated from Spanish]
1. J. Navarro, "Construir, Habitar. Los dibujos de Alejandro de la Sota para la urbanización de Alcudia" [Building, Living. Alejandro de la Sota’s drawings for the Alcudia development] in "La habitación Vacante" [The Empty Room], Gerona, 1999.
2. A. Rapoport on the habits of the Australian aborigines and their experience of place in "Australian Aborigines and the Definition of Place", Los Angeles, 1972.
3. J. Muntañola, quoting W. Benjamin, mentions "the ever precarious balance between nature and culture, within which the work of art in general must always be placed", *in "Ensayo sobre la naturaleza social del lugar" [Essay on the social nature of place], Barcelona, 1979.
4. J.M. Montaner, "espacio y antiespacio, lugar y no lugar en la arquitectura moderna" [space and anti-space, place and non-place, in modern architecture], in "La modernidad superada" [Beyond Modernism], Barcelona, 1997.
5. Sl Pennella, "Topografía de las hipersuperficies" [Topography of hyper-surfaces] in Fisuras nº3, Madrid, 1995.
6. F. Soriano, "Planta fluctuante" [Fluctuating floor plan] in Fisuras nº3, Madrid, 1995.
7. J. Navarro, "Geometrías complementarias" [Complementary geographies] in "La habitación Vacante", Gerona, 1999.
8. I. Sola-Morales, "Topografía de la arquitectura contemporánea" [Topography of contemporary architecture], Barcelona, 1995
9. R. Moneo, "Rey muerto sin rey puesto" [The King is dead and none to take his place], Arquitecturas Bis, 13, Barcelona 1976.
10. M. Heidegger, "Building, Thinking, Dwelling", 1951
11. K. Frampton, introduction to the book "Alvaro Siza, profesión poética" [Alvaro Siza, poetic profession], Barcelona, 1988.
12. J.M. Montaner, op.cit., Barcelona, 1977.
13. Steven Holl, "Entrelazamientos", Barcelona, 1997 [Intertwining, 1996]
14. Steven Holl, El País, 18-09-99.
15. W. Benjamin, "Discursos Interrumpidos", Madrid, 1973. [N/F: literally "Interrupted discourses"]
16. H. Ibelings, "Supermodernismo". Arquitectura en la era de la globalización, Barcelona, 1998. [Supermodernism. Architecture in the age of globalisation]