Nueva sede del Ilustre Colegio de Abogados de Valencia |
New headquarters of the Valencia College of Lawyers |
Arquitectos/Architects: Ignacio Bosch Reig, Carlos Campos González, Vicente Corell, Farinós Vicente Más Llorens |
El enclave del edificio y su geometría condicionan las estrategias de proyecto en una doble vertiente. Por un lado la constricción impuesta por una densa manzana que contiene elementos tan dispares como un convento gótico articulado en claustros, edificios históricos de los que sólo se conserva su fachada o pretenciosas construcciones de los años 70 que ocupan privilegiados enclaves urbanos. La geometría queda determinada por estrechos frentes de fachada a la Plaza de Tetuán y al Paseo de la Ciudadela, de aproximadamente 15 m, frente a los 41 m. de profundidad, que se quiebran hacia el centro de la parcela. El programa definido contiene una amplia superficie destinada a administración, formación, representación, exposición y relación. Todos estos ámbitos requieren unas adecuadas condiciones de iluminación que la disposición de la parcela no favorece inicialmente. Además se incorpora el objetivo de conseguir una imagen dinámica de la actividad del Colegio, perceptible desde cualquier punto y relacionable con un espacio de trabajo moderno. Ante esta situación, el edificio propone una máxima transparencia, que permita apreciar la condición de doble fachada, trasladando hacia el interior la luz captada por las mismas. Siendo conscientes de la importante dimensión en profundidad, se abren vanos en la cubierta que permiten deslizar la luz cenital tanto a lo largo del paso de comunicaciones desarrollado sobre la medianera de mayor longitud, como en la difícil geometría del giro de los dos sectores de la construcción. Este vacío central es el lugar de confluencia de tensiones. A él se asoman las diferentes piezas de modo diverso, estableciendo el contrapunto entre la serenidad del volumen norte y la fractura de la pieza sur. En su culminación se enfrentan el volumen plegado del salón de actos con el plano de cubierta de la cafetería, planteando un cierto dramatismo en el lucernario que lo cierra. A partir de aquí, el proyecto se convierte en la búsqueda de la compatibilidad de las transparencias, del control del soleamiento y de vistas, de la sugerencia de las perspectivas cruzadas que multiplican, como en un caleidoscopio, los espacios y la reflexión de los mismos. Este punto de espejismo hace más complejo espacialmente el sencillo esquema funcional de las plantas, basado en dos volúmenes abiertos en sus extremos y enfrentados a través del vacío central, enlazados a través de un corredor que vincula los elementos de comunicación vertical situados en sus extremos. La construcción de las fachadas se realiza mediante una doble piel de vidrio: la interior controla la estanqueidad del edificio, mientras la exterior tamiza el soleamiento y las vistas. El esquematismo de la solución constructiva evita la percepción confrontada de los sistemas de carpintería con los de los edificios colindantes, manteniendo un lenguaje neutro, que junto a la planeidad de las fachadas y la correspondencia de las cornisas, permite su incorporación al paisaje edificado sin estridencias. Hacia el interior predomina la transparencia y la múltiple reflexión de la luz en los sucesivos planos de vidrio. Los elementos opacos, construidos en hormigón blanco definen los límites de las medianerías creando una pantalla de reflectora de luz, mientras que los revestimientos de madera y metal materializan los volúmenes contenidos en el edificio y que definen áreas de uso específico, como el salón de actos, la columna de servicios o las áreas de trabajo. |
The site and its shape constrain the design strategies in two ways. One is the dense city block which contains such disparate elements as a gothic convent articulated around cloisters, historic buildings of which only the façade remains and pretentious '70s buildings on prime urban sites. The other is the shape of the plot itself, with narrow frontages on both the Plaza de Tetuán and the Paseo de la Ciudadela, each about 15 m wide, compared to its 41 m depth, which also changes angle at approximately mid-plot. The brief includes a large area for administration, training, representation, exhibition and meeting. All these settings require appropriate lighting conditions which the plot does not help to provide. Another stated objective is to achieve a dynamic image of the College's work that will be noticeable from all directions and associated with a modern working space. Given this situation, the project proposes maximum transparency to make the twin nature of the façades visible and carry the light they capture into the interior. Because of the considerable depth of the plot, skylights are placed in the roof so that overhead light can glide along the corridor that follows the line of the longer of the party walls and around the difficult shape of the turning point where the two sections of the building meet. This central void is where the tensions flow together. Different rooms face onto it in different ways, with the fractured southern volume providing the counterpoint to the serenity of the northern volume. This culminates with the confrontation between the angled volume of the assembly hall and the cafeteria roof, giving a certain dramatic quality to the skylight above. On this basis, the design process became a search to make transparencies compatible, control the sunlight and the views and find interesting cross perspectives that multiply spaces and their reflections like a kaleidoscope. This hint of illusion brings greater spatial complexity to the simple, functional layout of the floors, based on two volumes which are open at each end, confront each other across the central void and are linked by a corridor between the vertical communications at each end. The façades have a double skin of glass: the inner one controls the building's weather-tightness while the outer one filters the light and the views. The schematism of the design avoids any perceptual confrontation between the joinery systems and those of the adjoining buildings. Together with the flatness of the façades and the matching cornice heights, its neutral language enables the building to fit in smoothly with the built environment. In the interior, the predominant notes are transparency and the multiple reflections of light in the succession of glazed planes. The opaque parts, in white concrete, define the boundaries at the party walls and create a light-reflecting surface, while the wood and metal linings materialise the volumes within the building, defining areas for specific uses such as the assembly hall, the services core or the work areas. |
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