Climas |
Climates |
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El clima como factor condicionante de la arquitectura, la
relación del hombre con el entorno físico-natural y la influencia del
ambiente y lugar sobre la sociedad y por tanto sobre su arquitectura, han
sido objeto de diversas especulaciones desde la cultura griega.
La creciente sensibilización social durante estas dos últimas décadas en el respeto al medio ambiente y entorno, la incorporación al lenguaje cotidiano de conceptos como sostenibilidad e integración, han propiciado una lectura crítica de la arquitectura donde estos aspectos pasan a adquirir un valor confuso que en algunos casos justifica realizaciones de baja calidad arquitectónica. Pese a que Montesquieu conforme a la teoría ilustrada de los “climas” ya había indicado que “Las necesidades en los diferentes climas han dado origen a los distintos modos de vida, y éstos, a su vez, han dado origen a los diversos tipos de leyes”, la arquitectura se encuentra más preocupada por responder a tipologías reconocibles que a entornos climáticos. Este alejamiento del lugar se vuelve más radical si cabe con el movimiento moderno, donde la arquitectura como objeto resuelto según la intención del arquitecto, prevalece sobre los condicionantes climáticos que deberán ser solventados tecnológicamente. En esta publicación retomamos la relación de la arquitectura con el entorno, esta vez bajo el punto de vista climatológico y separados ya de los últimos rastros del movimiento moderno, la arquitectura responde al lugar enfrentándose a climas extremos y benignos con la misma intensidad creativa. Si la embajada en Addis Abeba de Van Gameren & Mastenbroek nos plantea una relación amable con un entorno árido, la vivienda en Manaus de Moita plantea un reto a la habitabilidad de la selva y la Universidad de Svalbard de Jarmund/Vigsnaes se protege de las difíciles condiciones climáticas, en otras situaciones aparentemente menos complejas, la respuesta resulta igual de interesante. La Casa en Toledo de Manuel de Las Casas en pleno casco urbano, recoge y domina las peculiaridades del clima continental, y mientras que “Tolò”de Siza Vieira se divierte en una sucesión de situaciones, el museo Chichu de Ando se esconde evitando cualquier enfrentamiento con su entorno. Así pues, los proyectos que presentamos nos ofrecen un abanico de diálogos entre arquitectura y entornos climáticos bajo una variada diversidad de lenguajes. Alberto Mengual |
The climate as a determining
factor in architecture, our relationship with our physical and natural
surroundings and how environment and place influence society and,
therefore, its architecture, have been the subject of speculation since
ancient Greece.
Social awareness of the need to respect the environment and our surroundings has grown over the past two decades, adding concepts such as sustainability and integration to everyday language and fostering a critical reading of architecture in which these aspects have acquired a hazy value, used in some cases to justify works of poor architectural quality. Although Montesquieu, following the Enlightenment theory of ‘climates’, was already saying that different needs in different climates have given rise to different ways of life and these, in turn, to different kinds of law, architecture finds itself more concerned with responding to recognisable building types than to climate conditions. This distancing of itself from place became even more radical, if that were possible, with the Modern Movement, as architecture as an object decided according to the architect’s intentions prevailed over climate factors, which were to be solved by technology. In this issue we return to the relationship between architecture and its surroundings, in this case from the point of view of the climate. Having detached ourselves from the last traces of the Modern Movement, architecture is responding to place, confronting extreme and mild climates with the same creative intensity. If Van Gameren and Mastenbroek’s embassy in Addis Ababa speaks of a pleasant relationship with arid surroundings, Moita’s house in Manaus throws down the gauntlet to habitability in the jungle and Jarmund/Vigsnæs’ Svalbard University building protects itself from difficult climate conditions, the responses are equally interesting in other, apparently less complex situations. Manuel de las Casas’ house in the city centre of Toledo takes in and masters the peculiarities of the continental climate and while Siza Vieira’s Casa Tóló has fun with a series of situations, Ando’s Chichu museum hides itself, avoiding any confrontation with its surroundings. The works presented here therefore offer a gamut of dialogues between architecture and climate conditions in a wide variety of languages. Alberto Mengual |