Mención  COACV 1999-2000/1999-2000 COACV Mention
Obras de arquitectura/Work of architecture

Muelle y edificio de servicios en el puerto de Alicante
Quay and services building in the port of Alicante
Arquitecto/Architect:
Javier García-Solera


UNA CARTA CON ISLAS Y TROPICOS PARA JAVIER GARCIA-SOLERA

Querido Javier:
Vista desde lejos la propia ciudad difumina sus contornos, suaviza su luz, desdibuja sus rasgos. Como este archipiélago tropical por donde navegamos, unos centenares de islas pequeñas, suaves, una roca de granito redondeado cada una de ellas por donde la vegetación trepa, se esfuerza y enraíza formando casquetes esféricos, cóncavos, verdes, de donde surgen, como adorno de plumas en un gorro, palmeras reales y cocoteros. Con el crepúsculo y la neblina las islas que se alejan por la popa de la barca, perdiéndose en la bruma y en la tarde, se difuminan y se desdibujan como la propia ciudad vista desde lejos. Mientras volvemos a Río en silencio, abstraídos, adormilados después de comer, pienso en tu ciudad que tanto quiso una vez parecerse a ésta copiando los dibujos de mosaico blanco, negro y rojo del paseo de la playa de Copacabana, carpinterías de aluminio de la avenida Atlántica y triviales fachadas de una modernidad tardía, masiva ya, que caía en manos de mezquinos negociantes turísticos de provincias.

Pero también desde aquí, desde esta lejanía, triste trópico de latas oxidadas y turismo de masas, pienso en aquello que de verdadero y útil conservan nuestras ciudades, viejo o nuevo, antiguo o moderno, de antes o de ahora, pequeñas piezas que, entre la destrucción a que la ciudad está sometida, refulgen por la perfecta relación de equilibrio y respeto que el edificio establece con el sitio donde se sitúa. Así, evoco el embarcadero que dibujaste y construiste en Alicante, la arquitectura perfectamente encajada en su sitio; los materiales bien elegidos, cortados y dispuestos; las formas exactamente definidas, medidas, construidas con buen oficio en cada detalle; el volumen modulado, transparente y de claras proporciones; pero más que el objeto en sí, más que las cualidades de la obra, evoco la mañana en que la vi por vez primera y contemplé con mis ojos lo que ya había visto reproducido en dibujos y fotografías de revistas y periódicos. Me pasa a menudo con tus edificios: siempre encuentro en ellos algo que me impresiona y se me hace inolvidable. Así, me emocionó encontrarme con aquel pequeño embarcadero del puerto de Alicante de igual manera como uno se emociona con las obras que son útiles, exactas y comprensibles, con la medida de la proporción, el ritmo y la matemática, con la nostalgia del recuerdo y de las vivencias que ves como se alejan y quisieras retener a tu lado. He vuelto más veces allí y me sigue pareciendo uno de los pocos lugares civilizados y amables de Alicante donde tomar un café, leer un libro y mirar los barcos y las nubes que pasan. Un lugar como los que podrías encontrar en Chicago, Gante, Berlín o Budapest.

Hay cosas de la propia ciudad, como de la propia vida, que siguen viéndose con nitidez y claridad a pesar de la distancia. Quienes amamos la arquitectura que ayuda a hacer bien nuestras ciudades, los sitios donde vivimos o por donde pasamos, olvidamos difícilmente un templo o una casa, un camino o una pared, un paseo o un jardín que nos robó el corazón y la mirada por un breve y duradero instante. Los dibujamos, los escribimos, los volvemos a buscar, los interpretamos repetidamente hasta que ya forman parte de nosotros mismos y sentimos que nos son útiles y necesarios. Y no queremos que nos los rompan ni nos los estropeen, porque sería un crimen o un robo hacerles daño.

Hace tiempo que quería decirte estas cosas que empecé a sentir en Alicante hace unos meses y que escribo aquí, en el mar de Río de Janeiro, lejos de casa, rodeado de amigos que también aman la arquitectura y la ciudad, en este océano verde de mentirosos paraísos para turistas que también ocultan algo de verdad.

Un abrazo.

Gaspar Jaén i Urban
Río de Janeiro, 12 de octubre del 2001

A LETTER WITH ISLANDS AND TROPICS FOR JAVIER GARCÍA-SOLERA

Dear Javier,
From afar the outlines of my own city are hazy, its lights are dimmed, its features blurred. It is like this tropical archipelago we are sailing through, hundreds of small, gentle islands, granite rocks but all of them rounded where the vegetation climbs, struggles and takes root, forming spherical, concave green cushions from which palm and coconut trees rise like feathers in a cap. In the dusk and mist, the islands fall behind the stern of the boat and are gradually lost in the fog and the twilight. They become blurred and hazy just as my own city does from afar. As we return to Rio in silence, lost in our own thoughts, sleepy after our meal, I think of your city that once so wanted to resemble this one. It copied the white, black and red mosaic patterns of the Copacabana beach promenade, the aluminium metalwork of the Avenida Atlántica and the trite façades of a late Modernism, already mass-produced, that had fallen into the hands of the petty-minded, money-grubbing provincial tourism merchants.

Nonetheless, from here, from this distance, from these sad tropics of rusty cans and mass tourism, I also think how much that is true and useful our cities still preserve, old or new, ancient or modern, from before or from now, small parts that shine brightly among the destruction the city endures because the building has a perfect relationship of balance with and respect for the place where it stands. I think of the landing quay you designed and built in Alicante, the architecture fitting its site perfectly, the materials well-chosen, cut and arranged, the exactly defined, measured forms, well built in every detail of the building, the modulated, transparent volume with its clear proportions. However, even more than the object itself and the quality of the work, I think of the morning I first saw it and observed with my own eyes what I had seen reproduced in drawings and photographs in the magazines and newspapers. This often happens to me with your buildings: I always find something in them that makes an impression on me and becomes unforgettable. My meeting with that small landing stage in the port of Alicante moved me in the way one is moved by works that are useful, exact and comprehensible, that are measured in their proportions, rhythms and mathematics, and by the nostalgia of memories and experiences that are growing distant but one would like to retain. I have been back there several times and it still seems to me to be one of the few pleasant, civilised places in Alicante to have a coffee, read a book and watch the passing boats and clouds. A place such as one can find in Chicago, Ghent, Berlin or Budapest.

There are things from my own city, as from my own life, that can still be seen quite clearly and distinctly despite the distance. We who love an architecture that helps to build our cities well, the places where we live or pass through, find it difficult to forget a church or a house, a path or a wall, an avenue or a garden that stole our eyes and heart for a brief, lasting instant. We draw them, we write them, we return to seek them out, we interpret them repeatedly until they are part of ourselves and we feel them to be useful and necessary. We do not want anyone to smash or ruin them for us because it would be a theft and a crime to damage them.

I have been wanting to tell you these things for some time now. I began to feel them in Alicante some months ago and am finally writing here, at sea off Rio de Janeiro, far from home but surrounded by friends who also love architecture and the city, in a green ocean of lying paradises for tourists that also conceal some element of truth.

Best wishes,

Gaspar Jaén i Urban
12th October 2001







Colaboradores / Collaborators:
Déborah Domingo. Arquitecto / Architect
Juan A. García Solera. Estructura / Structure
Marcos Gallud. Aparejador /
Quality surveyor

Empresa constructora / Contractor:
Alcaraz Soler SL

Fotografía / Photographs:
Duccio Malagamba